Viendo la imagen que acompaña esta entrada en la web del diseñador Enric Boix, me puse a reflexionar sobre la guerra de precios más o menos declarada, que estamos viviendo en el sector de la administración de fincas y que nos está llevando hacia una situación cada vez más insostenible. Por una parte, los propietarios de las viviendas han trasladado los recortes que sufren en los trabajos que desempeñan, a la negociación de costes con sus administradores, exigiendo a estos que aprieten a los proveedores de servicios o pasando a realizar ellos mismos las tareas que antes delegaban y, por supuesto, exigiéndonos que cobremos menos por el trabajo que hemos desempeñando, con mayor o menor acierto, hasta ahora.

Es comprensible que la crisis económica, política y anímica que estamos atravesando, y que ha supuesto una fortísima disminución del poder adquisitivo de los hogares españoles nos haga intentar reducir gastos a los que hasta ahora no prestábamos una atención excesiva y que de repente han pasado a ser importantes por considerarlos supérfluos o excesivos. Es cierto que tareas como la limpieza de las zonas comunes, pueden ser perfectamente asumidas por la comunidad, si estas no son muy extensas o no requieren de demasiado tiempo o esfuerzo para su mantenimiento, pero es también cierto que otras tareas más técnicas, específicas o especializadas requieren del trabajo de un profesional.

En mi opinión, la bajada de honorarios que se ha producido está haciendo un flaco favor a la profesión, de ahí el título de la entrada de hoy, si no valoramos nuestro trabajo, nadie más lo va a hacer y una manera de valorar lo que hacemos es fijar un precio correcto por nuestros servicios. Este precio se ha de calcular teniendo en cuenta diversas variables, entre ellas el tiempo que le vamos a dedicar al cliente y que no vamos a poder dedicar a otros o a otras actividades.

Personalmente prefiero incluir en mis honorarios actividades que en la mayoría de los casos son complementarias y se facturan aparte, por ejemplo, asesoramiento jurídico y mantener un precio que considero justo, que bajarlo, a costa de reducir servicios y generar así una potencial fuente de conflictos. Tengo claro que esta no es la política mayoritaria y no siempre es bien recibida cuando se opta a renovar servicios o a incorporar una comunidad nueva, pero creo que es la correcta. El día en el que un administrador no pueda cumplir con lo acordado porque sus cálculos de costes no han sido correctos y haya de realizar un esfuerzo que no pueda asumir, será el conjunto de  la profesión el que cargue con el malestar generado, lamentáblemente esto es así.

Como siempre, si queréis que hablemos de este tema o de cualquier otro, podéis poneros en contacto conmigo.

Gracias por leerme,

Alicia.

El Blog de Alicia Castillo

Si no valoras tu trabajo nadie más lo hará, ilustración de Enric Boix, www.enricboix.com