Una decisión a la que se enfrenta la Junta de Propietarios, más pronto o más tarde, es si pintar o no la fachada del edificio que habitan y en caso de hacerlo, ¿de qué color? Esta decisión, que siempre ha sido peliaguda, pues requiere de la existencia de fondos suficientes o en su defecto de derramas o de una buena planificación en forma de cuotas suplementarias durante el tiempo suficiente para constituir una partida, hoy en día es, si cabe, más complicada, debido al estado de morosidad elevada en el que nos encontramos.

Por ello, mi pregunta inicial cuando se plantea el dilema en alguna de las comunidades que administro es si la «necesidad de pintura nueva» es debida a que se han detectado humedades, grietas o desperfectos o si bien se debe a que la pintura está envejecida, sucia o deteriorada.

Si se trata del primer caso, nos encontramos ante unas obras encaminadas a reparar y conservar el edificio, en línea con el artículo 10 de la Ley de Propiedad Horizontal, que nos habla de que la Comunidad de Propietarios ha de llevar a cabo cuantas obras sean necesarias para para mantener de un modo adecuado la habitabilidad, la estanqueidad, la estructura o la seguridad  y por tanto, de pago obligado por todos los vecinos.

Si se trata del segundo, estaríamos hablando de unas obras de mejora, ya que no tienen que ver con ninguno de los supuestos anteriores, por tanto se han de someter al acuerdo de la Junta de Propietarios y en caso de que algún vecino no estuviera de acuerdo con la resolución adoptada por la mayoría y haciéndolo constar en el Acta, no resultará obligado al pago si la derrama supera el importe de tres mensualidades ordinarias de gastos comunes.

En el caso que nos ocupa, si un propietario (o más de uno) no quiere pagar, puede ser especialmente problemático, ya que, aunque la Ley prevé que si posteriormente, este vecino quisiera participar de las ventajas de la obra de mejora, deberá satisfacer a la comunidad los gastos que le hubieran correspondido, actualizados como sea necesario, no se va a dejar de pintar el trozo de fachada perteneciente a la vivienda del vecino (o vecinos) que no estén de acuerdo con la obra, por lo que en la mayoría de los casos, se beneficiará de unas obras, que no siendo obligatorias, si que van a aumentar el valor de su vivienda…

En mi experiencia como administradora me he encontrado todo tipo de vecinos y la mayoría de los reacios en un principio, entienden que son obras que le van a beneficiar aunque sea indirectamente y con un poco intermediación y un plan de pagos ajustado a su situación personal, acaban participando de las mismas. Ni que decir tiene que también hay vecinos que  no entran en razón bajo ninguna circusntancia…

¿Cual es vuestro caso?, sea el que sea, sabéis que podéis contar conmigo para que os ayude en el proceso, para ello sólo hace falta que contactéis conmigo.

En una próxima entrada hablaremos de la elección del color de la fachada.

Un saludo y gracias por leerme,

Alicia.